APRENDIENDO A LEER |
1: EL OFICIO DE HABLAR
¿Qué pensarías si yo llego de visita a tu casa, saludo, entro, me siento, saco un libro y me pongo a declamarlo delante de ti y de tu familia? Sospecharías que falta un loco en el manicomio, ¿no es cierto? Pues de esos locos hay muchos, sólo que en las cabinas de nuestras emisoras.
Por radio no se lee. En ningún formato. En los informativos, si se descubre el tono de lectura, resulta menos grave, porque el oyente sabe que la noticia no está siendo improvisada por el locutor. Pero en los programas de animación, en los deportivos, en los musicales, en las charlas, en los sketches, en las revistas, en las mismas cuñas, hasta en los editoriales, está prohibido leer. Más exactamente: que suene ha leído.
¿Por qué? Porque el oyente se distrae. O se fastidia. Porque cuesta seguir el sonsonete de la lectura. Compruébalo: toma un periódico y pónte a leerlo solito. Vas más lento o más rápido, saltas estos renglones que no te interesan, ahora vuelves atrás porque se te escapó un dato, miras una foto, repites este párrafo que te gustó y quieres saborearlo mejor. Cuando lees, tú impones el ritmo.
Cuando te leen, vas a remolque. Tienes que estar concentrado y reconcentrado para no perder el hilo de la frase ni la madeja del párrafo. La situación se complica si es por radio, donde no existe la posibilidad de decirle al distante locutor: me perdí, hermanito, repíteme esa parte.
Lo leído cansa. Cansa en los congresos, en los simposios, en los mal llamados seminarios que se atiborran de ponencias. En la escuela sucedía lo mismo, cuando te dictaban la lección. Pero, al menos, uno tenía la feliz alternativa de atender más a las piernas de la maestra o a los bellos ojos del profesor. En la radio no hay más estímulos que la voz de los locutores.
El lenguaje escrito no sirve para la radio. El estilo de la radio es vivo, caliente, conversado. Esto hay que decirlo una y mil veces, repetirlo, grabarlo en letras de oro sobre la puerta de la cabina para que no se olvide al entrar: hacer radio es hablar con la gente, no leer un papel delante del micrófono.
Por supuesto, algunos formatos, por la responsabilidad que implican, deberán ser escritos y libretados hasta en sus últimos detalles. Nadie será tan imprudente como para improvisar un editorial sobre un tema político grave, donde cada palabra tiene su peso y su medida. En estos casos y otros, habrá que redactar un buen texto y pulirlo bien. Pero luego, a la hora de la verdad, al momento de salir al aire, lo interpretaremos dando la impresión de algo fresco, que se piensa y se dice en ese mismo momento. Hay que aprender a leer como si estuviéramos conversando.
¿Cómo lograr esto? John Hilton, uno de los más populares charlistas de la BBC en los primeros años de la radio, tenía una regla básica para dominar esta técnica de la lectura que no lo parece: para leer como si estuviéramos hablando, hay que hablar mientras se escribe.
Si estuvieras cerca de mi cuarto mientras estoy escribiendo una charla —decía John Hilton—, oirías voces y refunfuños y una completa declamación desde el comienzo hasta el fin. Dirías que ahí dentro hay alguien que tiene un tornillo suelto, que no para de hablar solo. Pero no estaría hablando solo, te estaría hablando a ti. Escribir para el oído, ésa es la fórmula. Escribir oyendo las palabras, saboreando los giros, incluso las incorrecciones de sintaxis propias del lenguaje hablado. Escribe así mismo, como suena, como si estuvieras conversando y verás, mejor dicho escucharás, la diferencia.
CUATRO NIVELES DE LECTURA |
La mejor forma de leer por radio (y en cualquier situación) es que no suene a leído.
¿Cómo lograr esto?
Veamos cuatro niveles de lectura que debes ejercitar para llegar a ser un buen
locutor o locutora.
Primer nivel: LECTURA COMPRENSIVA |
Algunos locutores y locutoras parecen cotorritas o papagayos. Leen un texto y, al final, si uno les pregunta, no se han enterado de nada. A veces, están tan preocupados de colocar la voz, de pronunciar correctamente, que ni saben lo que han dicho.
El primer nivel de lectura es entender lo que está leyendo, hacerte responsable de las frases que salen por tu boca. ¿Qué ejercicios ayudan para desarrollar esta capacidad?
Comienza por las palabras. En esta página que has leído… ¿hay algún término que no entiendes? Pues echa mano al mataburros. Si te acostumbras a leer con un diccionario al lado, en poco tiempo habrás duplicado o triplicado tu vocabulario.
Lee otra vez la misma página. Descubre la idea central y resume el contenido en pocas palabras. Si no entiendes, lee de nuevo. Si todavía no entiendes el sentido, pregúntale a un amigo o amiga. Pero no cometas la locura de sacar al aire un texto que ni tú mismo entiendes.
Segundo nivel: LECTURA PUNTEADA |
Los signos de puntuación son como las señales de tránsito en una carretera. Nos indican dónde frenar y dónde arrancar, cómo subir y bajar las curvas de una frase, cómo debemos entonar las palabras. Conocer estos signos resulta indispensable para lograr una buena lectura y una mejor locución.
Hay dos signos de puntuación fundamentales: |
-Las COMAS son como la luz amarilla y se entonan hacia arriba ↗
La duración de la coma: 1 segundo.
-Los puntos representan el semáforo rojo y se entonan hacia abajo ↘
Para el PUNTO Y APARTE : 3 segundos.
Para el PUNTO Y SEGUIDO: 2 segundos.
Aprovecha para tomar aire en esos semáforos, especialmente en los rojos.
-El punto y coma ; separa frases más largas e implica una pausa mayor que la
coma.
Para el punto y coma: 1.5 segundos.
-Los dos puntos :
van antes de una enumeración. Se hace una pausa más breve que el punto.
Para los dos puntos: 1 segundo.
-Los puntos suspensivos …
indican algo inconcluso o preparan una sorpresa.
La entonación queda abierta, suelta.
-Con las interrogaciones ¿? puedes hacer:
-Preguntas cerradas (respuestas de sí o no) que se entonan hacia arriba
¿Quieres un helado? ↗
-Preguntas abiertas (qué, cuándo, dónde…) que se entonan hacia abajo
¿De qué sabor lo quieres? ↘
-Las admiraciones ¡!
exigen mayor énfasis en la entonación de la frase.
Mantén esa misma fuerza hasta el final, sin desinflarte.
-Los paréntesis ( ) se modulan con una lectura más suave, bajando el tono.
-Cuando las comillas " " denotan ironía, también se baja un poco el tono. Si destacan una frase célebre o una cita, se hace una pausa breve, se cambia el tono y se enfatiza la lectura.
Eso es todo. Siguiendo este sencillo manual de conducción tu lectura será más fluida. A partir de ahí, podrás modular mejor la voz.
Tercer nivel: LECTURA MODULADA
Ya nos referimos antes a la modulación de la voz (subir el tono, bajar, hacer pausas, cambiar ritmos...) y su correlativa gesticulación.
Para modular mejor, los locutores y locutoras experimentados ganan texto con la vista. Los ojos van por delante captando palabras que todavía la boca no ha pronunciado. Esto permite comprender el sentido de la frase, prever algunos términos difíciles, saber cuándo respirar. Este ejercicio supone gran concentración.
Habitúate a adelantar con los ojos tres o cuatro palabras. O incluso más.
También te será útil marcar el texto que vas a leer, subrayar las palabras o cifras
principales que dan sentido a las frases y hay que enfatizar.
Cuarto nivel: LECTURA LIBRE
El dominio de un texto se logra cuando tiene sabor de improvisación, como si lo estuvieras conversando. ¿Cómo conseguir esto? Despegándote un poco de lo que está escrito, es decir, parafraseando. Fíjate en esta frase:
Si el FMI sigue apretando, la cuerda se va a romper.
Una lectura libre podría ser así:
Si el FMI sigue, si continúa a-pre-tan-do… ¡ayayay!… la cuerda se va a romper. No hay que hacer esto en cada línea. Ni se trata de inventar o cambiar el sentido de lo que está escrito. Pero con pequeños añadidos de tu cosecha conseguirás darle mucha frescura a tu lectura. No olvides que la mejor lectura será la que no suena a leída.